“DIA
DEL ABOGADO”
Hacemos un alto en nuestras
actividades académicas, para expresar este LUNES 02 DE ABRIL del 2018, el inmejorable saludo a los Abogados de nuestro país, ya que en mérito a lo dispuesto en la Resolución Suprema del 14 de Marzo de 1952 y que posteriormente se elevó a Ley Nº 23248, se celebra el “Día del Abogado” de cada año.
A todos lo Abogados, que laboran en las diferentes áreas y
especialidades del Derecho, concatenando esfuerzos para construir una sociedad
con paz social y justicia, donde involucre verdaderamente al enjambre colectivo
que demanda un rol proactivo a los miembros del Foro.
El origen de nuestra
profesión, están antigua como el mundo
mismo, por que en todas las épocas la ignorancia ha sido patrimonio de la
mayoría de los hombres y siempre la injusticia se ha ensañado en contra de
ellos. Pero también en todos los tiempos algunas personas se han distinguido,
por su celo y talento y a ellos acudían los desamparados convirtiéndose en
sus patrones y defensores.
Cinco siglos A.C., en la India surge el primer codificador, que se llama MANÚ, el cual realiza las disposiciones
normativas enteramente precisas, una recopilación, de usos ancestrales, en
formulas concretas, ordenadas en libros
y versículos.
Podemos afirmar que el primer jurista legislador que se
conoce es MANÚ, puesto que la India fue la primera
civilización y cultura que logró proporcionar inicialmente una codificación de
normas jurídicas perfectamente concretadas.
Aunque innumerables pueblos
de la antigüedad como los Caldeos, Persas, Egipcios o Hebreos contaron con
figuras semejantes a nuestros Abogados e incluso llegaron a tener defensores
caritativos que ayudaban a los pobres; fue en Grecia donde la Abogacía alcanzó su
verdadera entidad y el status de profesión.
Recordemos que la palabra Abogado,
proviene de la voz Latina “Advocatus”,
integrada por la partícula “Ad”: para
y “Vocatus”: llamado; estos
profesionales son requeridos por los litigantes para que asesoren o actúen por
ellos, en las contiendas judiciales, significa: el que “Aboga”, el que pide por otro, “el
que defiende”, “consuela”, “da socorro”, por eso existen en el santoral
eclesiástico, Abogados y Abogadas. Para el Diccionario
de la Academia
Española : “Abogar
es defender en juicio, por escrito o de palabra. Abogacía es profesión y
ejercicio de abogar y Abogado, es perito en el Derecho, que se dedica a
defender en juicio los derechos o intereses de los litigantes y también dar
dictamen sobre las cuestiones que se le consultan”.
Por su parte, es en Grecia
donde empieza la Abogacía
a adquirir forma como profesión. Pericles
es señalado como el Primer Abogado Profesional.
Seguidamente, en el mundo hispanoamericano, fue a mediados del siglo XVI, cuando los Abogados se empezaron a reunir en colegios (collegium togatorum, nombre que deriva de la toga blanca que debían vestir) y en el año 1495 se dictan las primeras ordenanzas de los Abogados.
Por lo tanto, El Abogado,
es el cultor del Derecho, que se dedica a defender en juicio, los derechos o intereses de los litigantes
(el Abogado en Ejercicio) y también a dar dictamen sobre los afectes o puntos
legales que se le consulten (el Abogado: Asesor o Consultor); Arbitro y Conciliador Extrajudicial, el Investigador y
Docente Universitario; el Magistrado (Administrar Justicia), o aquel que se
asimila a las FF. AA y/o Policiales. Etc.
Sin embargo, cuando el
letrado tiene como principal misión o cometido la defensa de los intereses del
Estado y el asesoramiento administrativo, entonces estamos frente al Procurador
Público. También tenemos los Defensores Públicos, los que defienden y
representan a las personas de escasos recursos en el juicio, principalmente en
el área penal, laboral Familia.
Por lo tanto, el Abogado es un cultor del Derecho,
en todas sus ramas y especialidades, empero, cualquier acción ilícita riñe,
como la que más, con sus altos y nobles principios.
No obstante, el hombre vive y actúa en la sociedad, sujeto a ciertas normas jurídicas y reglas; el Derecho constituye ese ordenamiento legal, para lograr la convivencia segura y pacífica de los asociados al “Contrato Social”, aspirando a la paz social en justicia.
Sin embargo, el hombre no es perfecto, y transgrede constantemente las reglas y los cánones establecidos, y es aquí donde el Abogado desempeña un rol de colaborador y restaurador del ordenamiento jurídico violentado, precisamente para lograr el restablecimiento del orden y la paz.
Ciuratti, en su célebre Obra, el “Arte Forense”, se dice “Dad a un hombre todas las dotes del espíritu, dadle todas las de carácter, haced que todo lo haya visto, que todo lo haya aprendido y retenido, que haya trabajado durante treinta años de vida, que sea en conjunto un literato, un crítico, un moralista, que tenga la experiencia de un viejo y la inefable memoria de un niño, y tal vez con todo esto forméis un Abogado completo”.
No olvidemos, que la función del Abogado en la sociedad, por ser una de las más nobles profesiones, por estar colocada jerárquicamente por encima de las demás carreras, por ser este el custodio y centinela del orden jurídico del Estado, de la libertad, y del Derecho, requiere de parte de los llamados a ejercerla, una conciencia definida de sus obligaciones y derechos y una perfecta formación ética y humanística, que corrobore el compromiso axiológico con el grupo social al que pertenece y se convierte en vigilante de la legalidad y el Estado de Derecho.
Los pilares para el ejercicio de
Los Abogados en su conjunto, debemos sentirnos orgullosos, porque se ha dicho que “de todas las carreras, es, sin duda,
El Derecho es un producto social y regula la vida del hombre en sociedad, antes de su nacimiento, después de su nacimiento e incluso hasta después de su muerte; y es que el Derecho es la fuerza incontenible que coordina todas las actividades sociales del hombre; es la síntesis de todas las numerosas energías de la sociedad, porque todas ellas se destruirían recíprocamente y matarían el organismo social, si el Derecho, como nervio soberano, no interviniera para conciliar en una suprema síntesis de equidad, todas esas corrientes impetuosas de la vida humana y se tornaría en un inminente caos demoledor.
Por último, espera siempre del Abogado una voz orientadora, y nada más propicio que poner en práctica las tres reglas de oro del Derecho, inspiradas en las Institutas de Justiniano: “Vivir honestamente, no hacer mal al prójimo y dar a cada uno los suyo”.
Congratulaciones, estimados Señores Abogados y Juristas.
Mg. Daniel Ernesto Peña Labrin
Abogado & Sociólogo
Profesor Universitario
Blog Jurídico: http://mgplabrin.blogspot.com
Email:oficinacist@yahoo.es
Lima-Perú